México (no solo) lindo y querido
Después de convivir en una comunidad maya en Nueva Durango; dormir entre jaguares; respirar junto al turismo masivo de Tulum; alucinar en el paraíso de Bacalar; bailar en la noche de muertos; surcar la selva de Palenque; bañarnos en la multitud de cascadas, saltos de agua, cenotes;… llegamos a la realidad de San Cristobal de las Casas, un pueblo colonial, muy bonito y también muy turístico. Tiene mucha cultura, en prácticamente todos los bares tocan música en directo, hay mucha artesanía y también hay mucha gente en la calle. Mujeres y niños, muchos niños y muy pequeños, tratan de vender pulseras, llaveros, blusas,… cualquier cosa con tal de conseguir un trozo de pan que llevarse a la boca.
Es aquí donde visitamos Tierra Roja Cuxtitali; es una propuesta educativa integral, pluricultural y multigeneracional dirigida sobre todo a la infancia y los jóvenes, pero también a mujeres y hombres adultos de origen indígena y mestizo con necesidades de alfabetización básica.
Hace unos años Jorge (mexicano) y Bibiana (italiana) decidieron crear este espacio de aprendizaje para niños y niñas que no acuden a la escuela, bien porque trabajan en la calle o porque sus familias no consideran necesaria la escolarización.
A día de hoy dan apoyo a 30 niños y niñas basándose en la educación, apoyo escolar, talleres (música, botánica, lectura, laboratorio, etc…) y desarrollo emocional.
Han creado un lugar de integración donde las poblaciones de origen indígena y mestizo convivan y aprendan de forma equitativa, marcando el respeto de los derechos humanos y la equidad de género.
Colaboramos con ellos en que no falten principalmente las necesidades básicas de alimentación, además de otro tipo de suministros para el centro, su mantenimiento y el desarrollo de los talleres.
Inversión Actual (2019 – 2022): 2682,51€
En visitas previas a 2019 también colaboramos con otros proyectos:
Casa Hogar Santiago, un orfanato creado por Óscar y su mujer María donde dan alojamiento, educación y comida a unos 15 niños y niñas de varias edades, todos ellos han llegado allí a través de la policía por diversas circunstancias, por lo general han sido encontrados en la calle o han sido separados de sus familias por maltrato, diversos tipos de adicciones, abandono, etc… Enseguida se ve que son niños que necesitan amor, un lugar de pertenencia, sentirse queridos y arropados y en cuanto les damos un poco de confianza juegan con nosotros, nos sonríen, cantamos canciones, nos piden que les llevemos a cuestas para hacer carreras de caballos… pasamos un rato muy bueno con ellos.
María nos pone al día y nos cuenta cómo funcionan: varios niños, no todos, estudian allí a través de un ordenador, nos dice que es un método bueno y más barato que la escuela, el resto de niños no pueden hacerlo ya que no disponen de documentación ni partida de nacimiento, nos comenta que están en trámites de conseguirlos. Además ella también trata de ayudarles con alguna clase, pero no es maestra. Benito, otro profe voluntario, les da clase de música, en la que cantan únicamente canciones católicas y además de vez en cuando también se enriquecen junto con la visita de alguna persona foránea, pero siempre por tiempos limitados.
Las instalaciones están bastante bien, son cuartos amplios de 3 o 4 camas con baño dentro, un salón bastante grande con una gran cocina y un patio amplio, propiedad de Óscar, que en un principio iba a ser destinado para un Motel. María nos cuenta que Óscar también tiene una cadena de cafeterías (Yik Café), tiene varias en San Cristóbal y gracias a ellas sacan ayuda para la Casa Hogar.
Los niños y niñas vienen de varios traumas, son niños problemáticos que buscan su lugar en el mundo incluso algunos de ellos se han escapado a veces de allí, cuando eso sucede les van a buscar y descubren que algunos vuelven con su familia, a otros les pierden la pista y algunos regresan por su propio pie después de haber visto su realidad fuera de allí.
Nos genera mucha ternura ver su desconfianza al inicio, pero poco a poco nos van sonriendo y abrazando y ves que lo único que necesitan es lo que todos necesitamos, amor.
María y Óscar son un matrimonio muy católico, todo en la Casa Hogar Santiago gira alrededor de la iglesia, creen que gracias a Dios crearon el orfanato y es él quién les da la paciencia para continuar cada día cuidando a esos niños.
El fin es lo que cuenta y confiamos porque vemos que esos niños están bien, tienen un hogar y una familia a la que recurrir.
María nos dice que como necesidad urgente necesitan algo de ropa de invierno para los niños, así que les compramos pijamas y chandals calentitos a cada uno y además organizamos una merendola con dulces y zumo para todos.
Concretando algo más con María, llegamos a la conclusión de que lo que más falta les hace es un maestro estable que pueda ir cada día y les pedimos que se informen de cómo conseguirlo y el gasto que supondría y nos hagan llegar la info para ver si podemos ayudarles.
Una de las tardes en San Cristóbal quedamos con Luis, un chico que trabaja en un comité defensor de los Derechos Humanos en Chiapas. Luis nos cuenta la situación del país y del Estado de Chiapas que es lugar de paso de los emigrantes que suben desde toda latinoamérica hasta EEUU, por lo tanto es un lugar donde se comenten muchas atrocidades contra el ser humano.
Nos explica la grave situación de narcotráfico que opera en México y cómo ésta lo invade todo, desde grandes empresarios, negocios, cuerpos de seguridad del estado e incluso el propio gobierno, lo que hace realmente difícil erradicar esta red y luchar contra ello. Existen incontables organizaciones armadas en México que actúan prácticamente con total impunidad. A su vez, sumado al narcotráfico está la trata de personas, sobre todo mujeres y niños engañados con un futuro mejor que se encuentran con la prostitución o directamente sin nada.
En la zona de Chiapas desaparece mucha gente a diario, incluso camiones llenos de gente y nadie hace nada, la situación es horrible, es lo que el turista habitual no ve a simple vista, todo es bonito y maravilloso pero la realidad del país no tiene nada que ver con lo que vemos superficialmente. Se nos cae el alma a los pies escuchando a Luis hablar, pero a la vez nos asombra que lejos de caer en la desesperanza hay gente que trata de luchar por el cambio en ese mundo enfrentándose cada día a este horror, eso les honra.
La Casa de las Flores; Claudia, natural de Chihuahua (México), creó hace unos 10 años La Casa de las Flores en Chiapas, a través de un proyecto consiguió encontrar un local en San Cristóbal y una persona que le ayudara con el alquiler y abrió este centro con horario de 7:30 a 14:00 para todos aquellos niños que quieran acudir voluntariamente, bien porque vivan en la calle o se dediquen a vender en ella, así como problemas familiares, etc.
La Casa de las Flores se sustenta gracias a donaciones de particulares, en ningún caso reciben ayudas de tipo gubernamental, son bastante discretos en este aspecto y no quieren tener problemas, en su fachada ni siquiera pone el nombre, ni nada que los identifique como tal, la forma de conocerlos es por la poca información que tienen en la redes y por el boca a boca.
Todas las paredes interiores del centro tienen carteles hechos por los niños llenos de frases motivadoras que hablan de las cosas bonitas de la vida, de perseguir sueños, de pensar, de creer en nuevas oportunidades de futuro, de valores como la colaboración, la empatía, la justicia, la solidaridad, el amor…
La intención de La Casa de las Flores es dar un espacio seguro fuera de las calles a todos los niños que trabajan en ellas, logrando procesos de inclusión social y sentido de pertenencia en un ambiente donde se aborde el desarrollo intelectual y humano a través de Los Derechos de la Infancia, haciendo gran énfasis en el derecho al juego, al descanso y a la educación.
Junto a Claudia están Vicky y Carla, 2 maestras que cada día y mano a mano dan apoyo y educación a estos niñ@s y jóvenes.
Claudia transmite transparencia, tiene una mirada limpia pero que a la vez refleja que ha vivido mucho, su sonrisa es sincera y prácticamente no la borra de su cara en todo el tiempo que estamos con ella y nos cuenta los duros momentos que ha vivido desde que decidió empezar con este proyecto. Habla desde el corazón y la sentimos desahogarse con nosotras, como si le hubiéramos transmitido buena vibra nada más entrar.
Todas sentadas con ella alrededor de una mesa redonda nos cuenta historias crueles y duras que ha sufrido en sus carnes con niños que de una u otra manera han pasado por el centro: niños que son adictos a distintas sustancias con los problemas que ello conlleva; un niño que le llamó a medianoche para comunicarle que iba a suicidarse; niñas que son engañadas con un hipotético futuro mejor muy lejos de allí y que ella intenta lograr convencer para que no caigan en esa red sin conseguirlo…
Son varios los momentos en los que ella tiene que llevarlos al médico por distintos motivos,… con el tiempo ha conocido a médicos que la ayudan con esto y colaboran con la causa (porque no puede ir con ellos a cualquier hospital, en muchos sitios no los atienden).
Todo esto y mucho más sumado a la enfermedad crónica que sufre Claudia y que en ocasiones le hace pasar postrada en cama varios días, también tiene 2 hijas, una de ellas ha heredado su enfermedad y Claudia ha luchado contra todo para protegerlas y a la vez proteger a todos esos niños y niñas que cada día acuden a su centro, tratando de que a poquito que cambie de su realidad ya habrá sido un logro.
Nos contó un caso de un joven líder de una banda, muy duro y muy macarra que acudió al centro y cómo hicieron “gatoterapia” con él, le dejaron un gatito y cuando lo vieron al rato le encontraron acurrucado en un sofá abrazando y acariciando al gato, lo cual les impactó bastante y les hizo sentir un pequeño logro. Entonces nos dice que cree en las pequeñas cosas puntuales que hacen mucho, es aquí cuando no puedo más que sonreírle con lágrimas en los ojos y acercarle una de nuestras tarjetas donde figura “El Amor en las Pequeñas Cosas”, ella también sonríe y se emociona…
Otro día preguntaron a varios niños qué era la paz para ellos y tuvieron que reprimir las lágrimas cuando uno de ellos contestó “para mi la paz es beber un vaso de agua”, imagina por un momento ¿qué clase de vida tendrá ese niño?, quizá no tenga agua para beber a diario, quizá cuando consiga agua y consiga un ratito para beberla es cuando se siente tranquilo y en paz pero ¿y el resto del tiempo qué? ¿qué hará? ¿qué sufrirá?
Se nos cae el alma a los pies escuchando los relatos de Claudia, en más de una ocasión no podemos reprimir las lágrimas y todas lloramos, Claudia también, lo cuenta con sentimiento, con sinceridad, con la cruda realidad, al ver nuestras lágrimas nos pide perdón en algún momento por soltar las cosas a bocajarro, tal cual fueron, nos dice que se ha insensibilizado, pero no es verdad, ella también llora y sentimos y así nos lo hace saber, que también necesita desahogarse y contar todo esto.
Después de la charla nos enseña el centro, el patio donde realizan actividades, juegos, talleres y manualidades, el otro patio donde tienen un huerto y varias jardineras con plantas medicinales, especias, frutas, hortalizas y que enseñan a cultivar, a cuidar y a recoger a los niños, una sala donde dan clases, la cocina donde todos colaboran en la realización de la comida y su limpieza, otro aula de juegos, biblioteca y sala de profesoras.
Nos comenta también que en alguna ocasión, por largas temporadas, van voluntarios a dar clase a los niños, hacer con ellos juegos y talleres. Cuando llegan el primer mes solamente están allí para conocer a los niños y que estos los conozcan a ellos, es decir no dan clase, al ser niños problemáticos y con dificultades de sociabilidad no son partícipes de que vaya gente de forma muy esporádica a visitarlos, los protegen mucho en este aspecto, ya que necesitan la confianza suficiente para estar con ellos.
Claudia nos comenta las necesidades más urgentes que tiene La Casa de las Flores, el alquiler lleva unos 3 meses de demora, ya que la persona que les apoyaba con esto ya no puede hacerlo, el salario de las maestras falta completarlo con 500 pesos (43€) que le entregamos en mano a Claudia y nos recibe agradecida y además algo de comida como pollo, fruta y verdura, que vamos a comprar al mercado y les llevamos hasta el centro. Al salir para el mercado Claudia le entrega a Carla y Vicky (las profesoras) el dinero y las dos nos sonríen dándonos las gracias.
Nos despedimos de las 3 con muchas ganas de volver a vernos y con un revoltijo de emociones difíciles de digerir y asentar. Jamás había tenido la mente tan saturada de emociones y sentimientos.
Dejamos La Casa de las Flores con la sensación de que Claudia es un ángel y una mujer guerrera que lleva el amor y la paz por bandera.
San Cristóbal de las Casas nos ha aportado tanto que es difícil plasmarlo en palabras.
Así son las dos caras de México.
APORTACIÓN JUNTOS MOLA MÁS:
– Ropa y comida Casa Hogar Santiago: 338 €
– Inversión ayuda Luis DDHH: 217’90 €
– Sueldo profesores y alimentos Casa de las Flores: 97 €
Inversión 2018: 652,90€
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