Llegamos en barco a una especie de ladera de roca y tierra, somos 17 blancos los que subimos esa pequeña ladera, justo arriba nos reciben varios niños y niñas con cartulinas con el nombre de Juntos Mola Más cantando una canción, a su lado está Benson, representante de esta comunidad y este proyecto, me acerco a él con una sonrisa a presentarme y darle la mano, él me sonríe y es fácil ver en su cara la nobleza, pero también la ilusión y la esperanza de que algo bueno está pasando.

Junto a él están Kennedy y Evans, dos hombres pertenecientes también a esta comunidad e implicados en el proyecto.

El recibimiento de los niñ@s con los carteles de JMM no nos hace mucha gracia, ni lo vemos necesario, pero ellos son así y es su manera de mostrarnos su agradecimiento.

Alrededor de todo esto se pueden ver montañas y montañas de ladrillos blancos perfectamente colocados, hombres cargándolos al hombro y carros llenos de ladrillos arrastrados por burros, a un lado, en la orilla, hay más hombres cargando estos ladrillos en varios barcos, que serán transportados a Lamu. Ésta es la única fuente de ingresos en Manda Maweni, la extracción de ladrillos de coral.

 

Ayer, todo el grupo reunido, les hablamos del proyecto, les avanzamos la realidad de este lugar, sus problemas y necesidades y les advertimos de la realidad dura que viven y que todo lo que debíamos hacer es mostrarles nuestra sonrisa y nuestro cariño, procurando aguantar las lágrimas delante de ellos, ya habría tiempo de mostrarnos nuestros sentimientos después.

Esquivando las montañas de ladrillos, nos llevan de paseo, mostrándonos una aldea con alguna tiendita y cabañas hechas con palos, piedras y barro, en un paisaje más bien seco, donde nos vamos cruzando con gente que nos saluda. 

De repente en un punto que parece un bar local una mujer muy efusiva se nos acerca a saludarnos de uno en uno, va bebida, se le nota, Benson e Hibru le advierten “pole, pole” para que no se le vaya de las manos, pero ella sigue hablando y quiere seguirnos en nuestro “paseo”, Hibru la disuade a ella y otro hombre al que también se le ve bastante ebrio.

Nos cuentan que aquí elaboran una bebida alcohólica a partir de la basura, esto puede ser toda clase de deshechos: plásticos, heces, material orgánico, basura en general, etc. mezclan todo y de la fermentación sacan un alcohol al que muchos se hacen adictos; la verdad nos resulta increíble y escalofriante, cómo puede llegar a esto el ser humano.

Seguimos adentrándonos en la isla y lo que al principio parecía un paisaje muy seco deja de serlo y se ve bastante vegetación verde tanto en el suelo como en los árboles, ahora estamos en la temporada húmeda del año por eso el paisaje se ve así, aunque hace mucho calor. En la temporada seca el aspecto del paisaje es completamente distinto, todo seco y árido.

Mientras vamos caminando Benson nos va contando cosas de la comunidad, como que algunos de los árboles que tienen son medicinales y “curiosidades” sobre la extracción de los ladrillos de coral.

Manda Maweni es una isla cuyo suelo es una roca inmensa de coral muerto, en varios puntos de la isla hay minas de coral, de ella extraen los ladrillos picando con varias herramientas para sacar los bloques completos, una persona por día puede llegar a sacar unos 40 ladrillos. Toda la comunidad se dedica a esto, es la única fuente de ingresos. Venden cada ladrillo por 20 shillings (0,16€) a un intermediario que a su vez lo vende a sus compradores por 45 shillings (0,37€), ellos no tienen barcas para transportarlos a Lamu, donde están los compradores, ni tampoco los contactos que se necesitan para venderlos mejor.

Nos llevan hasta una de estas minas donde hay un hombre trabajando descalzo, con una camiseta hecha jirones y nos muestra cómo sacan los bloques de ladrillo de uno en uno picando la piedra de coral. Es un trabajo duro en unas condiciones climáticas duras de donde apenas sacan para comer una persona. 

Después seguimos caminando por los caminos de tierra hasta llegar a la casa de Benson, su casa es una cabaña más, construida con palos, barro y piedras, justo detrás de su casa hay una carpa vieja sujetada con postes de hierro que ofrece sombra a un grupo de gente sentada en sillas de plástico, esto lo han alquilado por nuestra visita. Benson nos comenta que esta gente son padres y madres de la comunidad que están ahí para recibirnos, conocernos y saludarnos. Notamos que todos, tanto padres como niñ@s se han puesto su ropa más limpia y se han aseado por nosotros.

Vamos hacia ellos, Benson nos presenta a su mujer, saludamos a todos y nos piden sentarnos frente a ellos bajo la carpa. Tanto los padres y madres como los niñ@s tienen una actitud tímida y un poco seria en algunos casos.   

Nos sentamos, la mayoría escondidos tras nuestras gafas de sol y procurando mostrar siempre nuestra sonrisa en los cruces de miradas con ellos.

Benson nos habla de la realidad de Manda Maweni e Hibru nos va traduciendo; de las primeras cosas que nos dice es que es la primera vez en todos los años de Manda Maweni que van allí blancos. 

Negros o blancos, nos parece increíble que nadie nunca se haya interesado por ell@s.

Nos comenta que allí conviven 2500 personas, de las cuales unas 250 son niñ@s. El 95% de la población es analfabeta, tienen tuberculosis, además de otras enfermedades y un índice altísimo de SIDA y los niñ@s tienen que recorrer unos 12km para ir al colegio, con lo cual la mayoría ni estudian. Por el camino al colegio hay animales salvajes y hay motos que ofrecen su servicio como taxi, pero al no tener para pagarles algunas niñas se acuestan con los motoristas para que las lleven al colegio por lo que acaban embarazadas y finalmente dejan sus estudios.

La mayoría de los hombres han abandonado a sus familias, así que son muchas las mujeres que se hacen cargo de varios hij@s a los que no pueden mantener, bien por la enfermedad que tengan como por los recursos para salir adelante.

Tanto mujeres como niños se dedican a extraer pequeñas piezas también de coral para vender, pero estas piezas tienen mucho menos valor que los ladrillos.

Hibru y Benson se conocieron en Anidan, el proyecto español en Lamu que da acogida y estudios a niños y niñas seleccionados en difíciles condiciones de vida. 

Benson acude a Anidan regularmente para que acepten a algunos de los niños y niñas de Manda Maweni, con alguno lo ha conseguido, pero no es nada fácil entrar en Anidan, aunque él no deje de intentarlo.

La cabeza de Benson es de otra pasta para el lugar en el que vive, no tiene estudios académicos, pero quiere que su comunidad salga del hoyo en que se encuentra o al menos poder mejorar un poquito su calidad de vida, cree que todos los niñ@s deberían estudiar y tener la oportunidad de un futuro mejor y no deja de luchar por ello con lo poco que puede hacer, se mueve mucho para buscar oportunidades. Es un ángel más de tantos como tenemos la suerte de encontrarnos por el camino.

No deja de mostrar su agradecimiento y darnos las gracias continuamente, en su cara se ve la esperanza de que no les abandonemos, se emociona varias veces mientras habla y nosotros en silencio derramamos alguna lágrima tras nuestras gafas de sol, en ese momento nos gustaría darles todo cuanto tenemos, pero esto no funciona así, hay que ir pole pole, seguir un proceso donde poco a poco en un trabajo conjunto veamos cómo su calidad de vida puede mejorar aunque sea un poquito.

Nos sentamos junto a Benson, Evans y Kennedy e Hibru les comenta que vamos a continuar donando mensualmente una aportación para que, de momento, al menos 20 niñ@s, puedan tener una comida diaria y además les daremos hoy una parte de la donación que necesitan para construir un “refugio” o merendero donde puedan reunirse para comer y otras actividades. La idea es que antes de que acabe el año tengan construido ese refugio que tanto necesitan.

 Nos dan las gracias con su sonrisa y le comentamos que a partir de ahora trabajaremos juntos por el bien de la comunidad y sobre todo de los niñ@s que son los principales necesitados. 

Ver sus caras es un regalo de ilusión y esperanza en una comunidad que se siente derrotada ante la vida, personas que no saben a qué más agarrarse para luchar contra lo que les ha tocado vivir en este lugar del mundo.

Luego nos muestra el lugar donde quieren construir el “shelter” (refugio) y nos informa que mañana intentará tener ya allí todo el material que pueda y nos irá poniendo al día de cada paso y seguido pide a los padres y madres allí presentes quiénes quieren ser voluntarios en la construcción del shelter.

Después todos juntos, con los niñ@s y los padres cantamos “Jambo Bwana” y alguna canción más.

Vemos cómo se lavan las manos de uno en uno y cómo después les sirven la comida a los niños para comer sentaditos en el suelo cada uno su plato.

Es el primer día y hemos decidido ir poco a poco en una comunidad que poco contacto tiene con la civilización moderna, así que nos vamos despidiendo de ellos, abrazos sentidos, estrechamos manos y sonreímos a todos.

Nos acompañan Benson, sus dos hombres de confianza y algunos niños a la vuelta hasta el barco, de camino vamos algunos en silencio y otros comentando las cosas que nos han dejado impactados, nos pilla una nube que quiere descargar lluvia en ese momento, pero dura poco y seguimos, poco nos importa.

Nos despedimos de todos una vez más dándoles las gracias por la acogida y sonriendo mucho.

Subimos al barco en silencio, emprendemos la vuelta y nos echamos a llorar mirándonos, dándonos la manos y comentando momentos vividos y las grandes diferencias por haber nacido en una parte u otra del mundo.

 

Queda mucho por hacer, crecer, viajar, ayudar, amar, cooperar y vivir ❤️

 

Ana De María.

 

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